En el suelo alfombrado se extienden muchísimas de sus numerosas mantas. La que menos abrigan van debajo, para acostarse sobre ellas. Las demás son para taparse.
Hay unos pequeños cojines que pueden servir como almohada, aunque muchos allí no los usan.
Dada se mueve mucho y todas las noches aparece en un sitio diferente de donde se había acostado. Un día apareció al lado de la puerta, otro día cabeza abajo, otro día en la manta-cama de al lado.
No se pasa nada de frío, pero lo que más cuesta es levantarse cuando la madre repite insistentemente el nombre de sus hijos hasta que dan signos de que siguen vivos. De repente traen la mesa con el desayuno y a comerse el nuevo día.
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