Él le hizo una promesa aquella tarde en La Librería. Un grupo de jóvenes parlotean incesantemente en torno a unas tazas vacías de café. El humo del cigarro de la morena de rojo salía por su nariz perforada, mientras el chico del pendiente enorme en la oreja lidera la conversación. El guapo, el ingenioso, al que todos tienen que mirar y admirar. La de rojo no deja de devorarle con la mirada, mientras el otro chico se rasca la oreja izquierda con la mano derecha por encima de su cabeza, con los ojos entornados. La música crea el ambiente que el débil humo de la nariz de la chica morena no conseguía definir.
La pareja que juega al billar llevaba toda la tarde en el local, decorado con grandes fotos de grandes del jazz. Southwest, Midwest blues... y el taco se desliza entre sus sedosos y gruesos dedos. La cerveza a medias y un moreno de ojos aceitunados y el pelo ensortijado, la mira de forma lasciva. Al principio, la rotunda zagala no sabía bien a que estaba jugando, pero le queda claro en el segundo trago que él toma de su botellín; él le susurra en la oreja y le deja ver sus cartas: va a por el pleno. Ella acababa de meter la bola 8 y la partida ha terminado. Cambio de tercio y el moreno la ayuda a empujar el resto de las bolas, medio en broma, medio en serio.
Jimmy Hendrix les está incitando...losing control and making you free, con los últimos tragos de su tercio. Se acerca y besa a su Venus Rubia de ojos verdes, creada pincelada a pincelada por Rubens. Sus enormes senos rozan su pecho, haciendo que el corazón le golpee el pecho sin control.
A ella le suena el teléfono, pero rechaza la llamada y de la mano, le sube a rastras por las estrechas escaleras del bar. Sólo son las seis.
Unas risas nerviosas rompen el silecio que deja la música, que ha parado durante unos segundos. El guapito del pendiente de la mesa del café se quedó hablando sólo en voz alta y la morena de rojo mira divertida a los lados. El otro chico se rasca la sien izquierda al ritmo loco de las luces de la diana de dardos, mientras va sonriendo entre dientes.
Vuelve la música, sigue la conversación en torno a los posos del café y la chica de rojo exhala el humo a través de su nariz perforada. Blues continues, baby.
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