IEU

Me muerdo los labios y la lengua. Me muerdo el corazón y las entrañas por no decir lo que debo. Porque no debo decirlo aunque lo sepa. Que mi cuerpo esta vacío y si lo digo puede escaparse tras mi alma.
Que aunque el cielo deje caer su última estrella sobre nuestras cabezas no habrá ninguna como tú, porque sabes que cruzaría ríos, montañas, bosques y cascadas en bicicleta, en tu eterno verano o en mi perenne otoño o invierno.
Bajo tu luz que quema los brazos, tus cajas de galletas llenas de tizas para jugar, como el eterno niño que siempre serás. Como mi pequeño, mi chiquitillo que nunca dejará entrar al futuro en la puerta de su corazón.
Yo te querré siempre y temo faltar a mi palabra como he hecho al principio de estas letras, porque, aunque jamás nadie lo sepa, quizá sólo y siempre tú, mi alma ya no vive conmigo, sino que se fugo para cumplir mi sueño en un taxi cualquiera, detrás de mi niño-hombre, donde siempre cumplirá mis-sus sueños.
Mientras, mi cuerpo seguirá su inercia, hasta que caiga.
Recuerda siempre, que mi alma será siempre feliz a tu lado a ritmo de travesía.

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