Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí...
"Puñales de plata golpean la ventana y ensoñaciones de nácar iluminan mis retinas. Repican las campanas tocando a difunto. Doblan, una, dos y mil veces. Ni mujer, ni hombre, ni cura, ni papa. Se ha muerto el cielo y mañana lo entierran.
- No llores, que lo cambias todo. Borras las huellas de todo lo bonito y lo feo que existía, y haces camino para que todo se vaya por el retrete.
- Es que no puedo más, te juro que no puedo más. El agua huele a calle que me llama a voces. ¿No lo escuchas?
- Vete a la cama, que es muy tarde. Mañana será DIFERENTE.
- Claro que será diferente, porque estará muerto.
Rejones que también se clavan en mi alma. Sigue sangrando y si hay algún resuello es para coger aire y quejarse con más fuerza. El sofá tiembla, el suelo se mueve bajo mis pies mientras se sigue agrietando, se abre hacia el núcleo.
- Está roto, ya no lo quiero.
- Se puede llevar a arreglar.
- No, quiero uno nuevo.
- Es más caro. Y éste está perfectamente.
- No.
Azabache, carbón, cuervo, ¿qué me miras? Luna verde, pelo verde, ojos negros del moreno. Galán de noche que conquista la noche cordobesa, encierro califal de patio enclaustrado. Arrástrame con el agua, borra mis huellas, borra la negra infinita, borra rejones, borra sus pozos. Patios anaranjados, atardeceres salados, noches amargas.
Benamejí, ¿con quién andas sin compaña y a estas horas?
Pena negra, pena de los ojos grandes, no abras el grifo de la sangre."
... voces de muerte sonaron, cerca del Guadalquivir.
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